Planificar una carrera profesional se volvió un ejercicio de incertidumbre. Mientras el mercado cambia a gran velocidad y aparecen nuevas tecnologías, los planes tradicionales de estudiar, recibirse y conseguir un trabajo fijo se ven cada vez más lejanos. La pregunta no es qué quieren hacer los jóvenes de hoy, sino si eso siquiera existirá "el día de mañana".
Un reciente informe global realizado por Banco Santander e Ipsos reveló que el 64% de los argentinos cree que los trabajos del futuro todavía no fueron inventados. La cifra surge del estudio “Habilidades del Futuro”, que consultó a más de 18.000 personas en 15 países y muestra cómo la percepción del empleo está mutando a nivel mundial.
El empleo que viene aún no tiene nombre
La relación entre jóvenes y futuro laboral atraviesa un momento clave. El cambio tecnológico, la automatización, la inteligencia artificial y la transición ecológica están redefiniendo cómo se trabaja, qué habilidades se valoran y hasta cómo se aprende. En ese ámbito, muchas de las carreras tradicionales pierden peso frente a modelos de formación más cortos, flexibles y adaptables.
En la Argentina, la sensación de estar ante un escenario incierto se vuelve palpable. Según el informe de Banco Santander e Ipsos, seis de cada diez argentinos creen que las próximas generaciones trabajarán en empleos que hoy no existen. La cifra no sólo revela expectativas: también refleja ansiedad, dudas y una transformación profunda en las decisiones de formación.
Frente a este panorama, los jóvenes comienzan a diversificar sus caminos de aprendizaje. Las universidades siguen siendo importantes, pero aparecen nuevas alternativas como cursos en línea, bootcamps, programas de habilidades blandas y formación técnica orientada a lo digital. El objetivo ya no es sólo obtener un título, sino estar listos para adaptarse una y otra vez al cambio.
Entre las áreas que más expectativa generan aparecen la inteligencia artificial, la programación, la ciberseguridad, la biotecnología, las energías renovables, la robótica y el diseño de experiencias digitales. Se trata de campos en los que las modificaciones son rápidas, la demanda crece y las reglas aún están en construcción.
Retos para la educación formal
Pero el informe también subraya un punto clave: el 72% de los encuestados argentinos considera que la educación formal no está preparando adecuadamente para los empleos del futuro. Esta brecha entre lo que se enseña y lo que se necesita plantea un desafío tanto para el sistema educativo como para los propios estudiantes.
En este escenario, la capacidad de aprender de forma continua, desarrollar pensamiento crítico, saber trabajar en equipo y comunicarse con claridad cobra más valor que nunca. Las llamadas “habilidades blandas” dejan de ser complementarias para convertirse en diferenciales.
Además, la reconversión profesional se instala como una posibilidad constante. Cambiar de rubro, incorporar nuevas herramientas o reinventarse en medio de una crisis ya no es visto como un fracaso, sino como una habilidad clave. Y muchos jóvenes lo incorporan desde el inicio de su vida laboral.
La educación, entonces, deja de ser una etapa cerrada en la juventud para transformarse en un proceso a lo largo de la vida. El informe también señala que el 71% de los argentinos cree que capacitarse de forma continua será indispensable para mantenerse vigente.
Esto se traduce en nuevas prioridades. Elegir una carrera no significa lo mismo que hace 20 años. Hoy muchos adolescentes y jóvenes adultos priorizan formaciones que ofrezcan salida laboral rápida, conexión con el mundo digital, posibilidad de trabajar desde cualquier parte y, sobre todo, versatilidad.